Poemas propios

sábado, enero 30, 2010

Juego de canallas

 

Póker de ases, una pica para defenderse,

un trébol de cuatro hojas para regalar,

un diamante para el fin de mes,

y un corazón roto en la mano.

 

No hay quién pierda con ese juego,

pero apareciste en la partida

volcando tus cabellos tornasol

y tus pechos sobre la mesa.

Blufeaste hasta obligarme

a jugarme la vida, el reloj,

y hasta la boca.

 

Traías una carta escondida

entre tus piernas de loza,

una pegada en tu cuello eterno,

una que bailaba en tus caderas,

y otra debajo de la manga

que arranqué de tu cuerpo.

 

En el juego de canallas

no hay ganador querida,

tu te llevaste todo menos a mi,

me dejaste nada, salvo por ti.

martes, enero 26, 2010

Estrellas

 

Por ahí vuelan las soledades

de las nacidas en los años oscuros 

de mi País que se olvida.

Ellas son estrellas dormidas a las horas

que se abren los misterios olvidados del poeta,

constelaciones de arrebatos y de amores muertos,

de caminos no encontrados,

de sueños rotos escondidos entre los planetas.

Todas fueron soles de sus propios mundos,

porque amaron como solo aman las estrellas.

domingo, enero 24, 2010

Cuando el mundo no alcanza.

 

“Y me envenenan los besos que voy dando” (J. Sabina)

 

Cuando el mundo entero no alcanza,

cuando las bestias de la confusión

descalculan las verdades,

cuando los labios se secan sin condición,

la vida comienza oscura.

 

Son los demonios de la nada los que se derriten,

son las brisas onduladas de los cabellos

en las almohadas húmedas

las que se pierden en los recuerdos

de las lágrimas conversas sin fe.

 

Ya no habrán gemidos congelados,

ni piernas enredadas durmiendo exhaustas,

ya no habrán utopías cansadas de esperar,

se acabaron las entradas con versos y besos,

se acabaron las salidas obligadas para llorar.

 

Se toman mi fortaleza desde las almenas

y me cobran cada uno de mis pecados.

Y exilio malditos

en los estantes imaginarios

los dos mil tomos que no me dejaron escribir.

 

El corazón en oferta, y las caricias a los perros,

son sobras caras, pero sobras al fin.

 

A estas horas el olvido, no alcanza

ni para odiar a la madrugada.

sábado, enero 23, 2010

Adiós amor

 

Adiós amor,

ya no queda nada más que

izar a media asta la bandera,

velar este sentimiento con cariño,

enterrar los recuerdos

en las mojadas almohadas.

 

Adiós amor,

se dice cuando se quiere,

cuando se lloran los pasos de distancia,

cuando duele esta forma de echarte de menos,

con la deshumanidad de dejar morir

este amor así como se muere.

 

Adiós amor,

grito con coraje y maldigo a mi propia rabia,

me incendio caminando por las calles

de mi Santiago compañero,

y me deshago quieto en las lágrimas

que guardaba para este momento.

 

Adiós amor,

le dije en silencio a quien ya no eras,

a quién yo imaginé en tu cuerpo.

Última Página

 

Se da vuelta la última página del último libro,

y se estremece el pecho, por todo lo leído,

por todas las historias imaginadas andadas

entre playas de conchas, entre edificios,

por parques serenos, por sueños despertares.

 

Se va a la estantería mudo, mojado en lágrimas,

cubierto de recuerdo, es triste verlo ahí,

imaginarlo llenándose de polvo, de olvido.

 

Ninguno de sus personajes ha muerto,

porque las historias de amor no matan,

sólo al escribiente quiebran en mil trozos

de soledad, de cansancio, de pena.

 

Es una buena historia, si es bien contada,

si se logran iluminar los ojos al mecerla en el pecho.

Si se lee con respeto,la poesía de entre las páginas.

martes, enero 19, 2010

Renacer

 

Renacer entero,

con los ojos chinos

con el pecho batiente

con las manos ansiosas.

 

Aprender lo necesario,

olvidar lo necesario.

 

Jugar nuevamente,

imaginar lo inimaginable,

construir sueños,

destruir miedos.

 

Asombrarse a cada segundo,

reírse por nada, confiar en todo.

 

Llegar virgen

hasta las piernas de alguien,

descansar en sus brazos de ternura,

alimentarse de esos pechos

endulzados de cariños,

abrazar su cintura con cuidado,

amar con todo,

decirlo en cada instante.

viernes, enero 08, 2010

Hay días en que la poesía me asquea.

 

Perdonen los poetas, parapoetas, antipoetas

no es nada personal.

 

 

Hay días en que la poesía toda me asquea,

la buena, la mala, la mía, la ilustre, la ordinaria.

Me han descubierto haciendo arcadas en el mesón de las librerías,

mientras pensaba en algún buen uso para ese espacio

ridículamente utilizado con figurillas de versos,

egos gigantes comprimidos en libros pequeños,

amores baratos envueltos en papel caro.

Inteligentes arengas valientes

para llevar a los tontos cobardes a la guerra.

Me adormecen las lánguidas tristezas

de las odas a las musas sin nombre,

que casi siempre son el mismo

miembro del miembro que escribe.

Las cursilerías dolorosas,

la inflación de las palabras,

la sexología de los vírgenes,

la intelectualidad de los imbéciles,

la fachada tan adecuada,

las postales mal rellenas.

 

No esperes reivindicación en los versos finales,

hoy es uno de esos días.