Poemas propios

miércoles, enero 15, 2014

Retazos

 

Estaba limpiando algunos lugares y encontré uno que ya estaba olvidado.  Son puras cosas escritas en bares, en la micro, en aeropuertos, y que iban quedando guardadas y muchas veces olvidadas en una extensa bitácora hecha en su momento por razones que no cabe explicar acá.  Es increíble encontrarse con detalles así de la propia historia.

Entre tanta locura del día a día de hace algunos años aparecían versos, incompletos, mal escritos, inexplicables.  Acá les comparto algunos sólo para que no mueran en el olvido.

(Y si… hay 2 VI).

 

 

Retazo I

Perdón,

no puedo seguir engañando

a la soledad con tu recuerdo,

ni siquiera en estos bares tristes

de buena muerte.

Por eso me largo,

por el incendio que no ha de venir,

por tus dudas siempre presentes,

por ellas me largo.

Retazo II

Hay días en que la poesía toda me asquea,

La buena, la mala, la mía, la novel, la ordinaria.

Me han descubierto haciendo arcadas en el mesón de las librerías, mientras pensaba en algún buen uso para ese espacio

Ridículamente utilizado con figurillas de versos, egos gigantes comprimidos en libros pequeños,

Amores baratos envueltos en papel caro.

Inteligentes arengas valientes para llevar a los tontos cobardes a la guerra.

Me adormecen las lánguidas tristezas

De las odas a las musas sin nombre

Que casi siempre son el mismo miembro del miembro que escribe.

Retazo III

En la cruz,

Me sabes a tregua, a calendario por medio,

Al sentimiento agradable del dolor que se fue.

A vigilia en tu rostro.

A certeza que mañana

sólo me sabrás a ayer.

En la cara,

A calor, a embriaguez seductora,

A magia de labios, a rincones generosos.

A imaginario erótico, a siluetas jadeantes.

A terrazas, a calles de tarde.

Retazo IV.

Desde el voyeur invisible

Establezco mi trinchera.

Dispongo sobrias complicidades

Abro cartas

Escudriño en el destino,

Cabrôn él que incomoda a los campanarios dormidos

De esta ciudad clara

Así es la trastienda de los atardeceres culpables

Amarillos de tanto asolearse.

De gala viste el ocaso

En los puertos donde se bautizan las naves.

Barcos que aun no son tristes,

Que flotan ingenuos sin saber aun de soledades.

Beso por fin

El cáliz de nuestra sangre,

Olvidado, quebradizo,

Sin redenciones de martirios,

Ni mareas bravas, que obran caricias

De noches boreales.

Retazo V.

En la esquina una mujer sacaba jugo de naranjas

Eran las ocho de la mañana,

Estaba fría el centro de la ciudad

Y ella no estaba triste...

Retazo VI

Me gusta mucho

Quieres que lo niegue? No puedo,

Es que se me nota en la cara me han dicho.

Hoy por su culpa, sin dejar de caminar, gasto mucho menos los zapatos.

Que hare? Nada,

Si, absolutamente seguro,

Solo acompañarnos un ratito,

Hasta que uno de los dos arranque...

Sin enamorarse te dicen!!!

Sin enamorarse...

Retazo VI

Que podría tener de malo

una caminata pobre y dolorida,

los callejones no son mas que cicatrices

de un casi pasado derrotado,

perdido.

Qué, si las gentes se derraman por las esquinas,

Qué, si las esquinas tuercen cuellos que no buscan y que no encuentran.

Si no hay donde ir, allá llegaremos,

cabreados, dormidos, borrachos,

raídos.

Qué, si son treinta y seis en mis bolsillos.

Retazo VII

Me despido de tus siempres

porque nunca fueron nada mas que nada

me despido indolente,

se que a ti tampoco te duele.

No tengo más días para ofrendas

las horas me faltan

porque el cuerpo se me muere,

no hay más esperar,

no hay más nada.

Retazo VIII

Cuando veas que mi buena locura

hace que ya la luz me traspase,

que dejo de estar acá,

Solo una cosa te pido...

Despídeme con un beso