Noches en las que el mundo se ve desde fuera
y se rodea observándole desde otros tiempos,
estelas de naciones caen desde mis zapatos
mientras trato de volar por su rededor.
Compiten mis miradas con la luz del sol,
revientan mis placeres desde lejos,
me excita quizás, esta distancia.
Ya lo sé,
voyeur impaciente y certificado,
de cabeza y sexo conectados,
de misterios gozosos y dolorosos,
de días y noches vagabundas,
de personajes insólitos cuadriculados.
Tantas figuras de papel
que han arrasado los tiempos,
hoy se arrugan y se queman en la hoguera
de un destino incierto, mientras orbito a este mundo,
propulsado nada mas que por infinitas quimeras de cristal.
Y no puedo más…
…que dedicarme a escribir
estos versos acorralados por el viento
y las luces azarosas de tantas miradas tangentes,
a la vida, al corazón, a la historia.
Y me distraen de esta empresa, siquiera
las ganas de un beso, o de un café,
lo que ocurra primero. Es que en estos días
no se debe extrañar nada, no se debe amar nada,
no se debe soñar nada más grande que un pañuelo,
aunque escondido, vuelo alto, sin preocuparme
por la cancha de aterrizaje.
Es que ya se ha dicho hasta el cansancio…
… quién diablos quiere aterrizar.
Instrucciones finales:
Léanse estas letras sin-vergüenzas,
tratando de no entender nada,
y sólo, no se atrevan a buscar entre líneas,
que ahí nunca encontrarán nada de lo que se busca.
Estas letras sólo son,
estas palabras sólo son,
estos versos sólo son… y punto.