Me despedacé la cabeza tratando de saber
que tipo de muñeca era esa
que pasaba flotando por entre las gentes
medio luminosa, medio orgullosa,
y sin duda alguna,
bella a rabiar.
Le hablé una vez y era una,
le hablé por segunda vez y era otra
y así,
cuando conocí a la quinta “otra”
me di cuenta…
¡Ella era una Matrioska!,
y para mi demasiado tarde.
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0 Comentarios.De ellos me alimento.:
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