Ya no quedan ni las últimas trazas
del paso de las nubes que tapaban el sol,
mientras bailaban cobardes para no seguir volando,
para caer al suelo, reales en gotas de lluvia.
Se han ido, sin decir nada, sin escuchar nada,
sordas ellas que nunca quisieron saber
de cuanto se les amaba,
de los tozos de noche que me robaban.
Imbécil quién quisiera ser como yo
e ir corriendo a atraparlas con los dedos,
dejando el corazón de carnada,
ilusos por creer, nada más que por creer.
No hubo red que retuviera sus formas a mi lado.
Ya ha pasado el invierno y las nubes que se han ido
sólo dejaron el frio y la sombra a su paso,
sólo dejaron a mi nariz sedienta de sus olores
únicos, sensuales, sexuales, carentes a veces.
Como desearía meterme entre sus formas,
a calmar mi sed bebiendo suavemente
desde sus entrañas.
Me consuelo jugando desnudo en mi cama
nadando como una serpiente
que conocía su camino y que no llega a ninguna parte.
Soy nada más que un zigzagueante pez
perdido en un mar infinito,
sin nubes, maldición, sin nubes.
_________
0 Comentarios.De ellos me alimento.:
Publicar un comentario