Poema inspirado en “
de Gonzalo Millán.
A veces uno quisiera que el agua de los ríos
subiera por las colinas,
hasta el mismo momento previo a la despedida,
a aquel segundo en que debiste decir algo,
a ese instante en que había que correr a algún lado.
El corazón llora por que el mar enloquezca
y escupa al sol hacia los aires,
para volver a mirar sus ojos
antes de que anochezca
antes de los derrumbes ahogados,
antes de que la muerte rondara
por nuestras ciudades costeras,
vestida de mar bravo, inmisericorde.
La claridad de la luna de esa noche
no bastó para averiguar
qué faltó en sus bocas antes de decir
las últimas palabras,
te amo,
te perdono,
te extraño,
me faltas,
y no, no dejes para mañana,
que esta noche la tierra no perdona.
El mar también demostró
su pena convertida en rabia,
el mar de nuestras aguas,
el mar de esa furia,
al mar de las personas que arrasaron
aburridas de tanto esperar justicia,
despertadas por la tierra que se estremecía
y por las cámaras que se alimentaban de sangre
y vomitaban miseria en las pantallas.
Ay, en estos días
mi Chile tiene una pena,
y ya casi olvidamos por qué llorábamos
al ocaso del febrero veintiséis,
porque ya nada de eso importa.
4 Comentarios.De ellos me alimento.:
Terribles y bellas letras. (no puedo decir más ando emocionada)
Un abrazo de esos, hermano.
MaLe
Hace tiempo que no leía tanta verdad y belleza... tanta emoción retratando un adentro (abatido) y un afuera (revuelto).
Sobre todo porque febrero veintiseis no logró hacernos olvidar: aquello que se debió decir... cuando hubo que correr... y el otro Mar Bravo, el de rocas blandas de tanto cariño, el de la foto.
Gracias por los comentarios... es así , todo revuelto.
Y no... ese mar bravo no se olvida.
Desde la lejanía, felicidades por esos versos y mis pesares por esos tremendos momentos que están pasando todos los chilenos.
Un saludo
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