Ay Señora,
su imagen es como las olas de mi mar pacífico,
va y vuelve en cosa de segundos,
pero su frio al final termina por acostumbrar
y casi no se siente.
Hasta su recuerdo se cansó de esperar
por usted en mi casa,
se ha largado a caminar por ahí,
y aunque es cierto que me hace emboscadas
en los peores momentos,
no es menos cierto que también
la extraña con la melancolía y las lágrimas
del que come sueños y duerme mentiras.
Es que soy yo lo único de usted que le va quedando.
En estas noches en que su desnudez
no adorna mi casa
y mis brazos no son barricadas
en los pasillos de escape,
bailo desvergonzado un vals
abrazado a las sombras de un futuro
que se murió de hambre,
que pese a mi porfía
nunca fue siquiera un sendero.
Y no está del todo mal
porque mi poesía tomó su forma,
así que se acomoda perfecto
en todos los espacios vacíos
que me ha regalado con su huída.
Ay Señora,
ya no se asome ni fuerce la vista,
que lo de más allá del horizonte
no es más que un buen amor,
y en estos días nadie quiere
que así le quieran.
0 Comentarios.De ellos me alimento.:
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