“A Daniela y Vicente,
él gorrión y ella gigante”
¡Para!
que con tu crecer despiadado,
rompes la bóveda celeste
a cada segundo.
Hoy, que no eres estrella fugaz
y tus ojos miran de frente a las nubes,
dile a ese gorrión de ojos verdes
que su padre se derrama
una y otra vez por Ustedes.
Cuéntale un cuento de Amapolas,
dile que ya vengo, es que él no sabe
que me he ido a la guerra cotidiana.
Dile que me fui a recoger las flores,
que de ellas haremos el pan,
y que la mesa estará servida
de risas y besos en copas de celofán.
Vendrán a mi casa, tu gigante y él gorrión,
a estallar los cristales con risas,
a iluminar las estanterías,
donde guardo las fuerzas,
de ser,
de seguir,
de mantener el pecho alzado.
Y en esas horas,
la tregua será infinita,
como infinito es el silencio
detrás de esa puerta diaria
cuando no están.
Y me dijiste que tenía que quedarme cerca
porque tu querías tener tres gigantes o gorriones,
porque quieres verme abuelo algún día.
Pero yo no soy gigante,
me hicieron hombre y pequeño,
no soy de roble, soy de carne y rezo,
tengo un corazón también de amapolas,
ese que me robaste aquella noche de invierno.
1 Comentarios.De ellos me alimento.:
Se descubre a través de estos versos, la alta sensibilidad que resuman en su contenido. Las generaciones están ahí para que los poetas nunca se olviden de su existencia.
Un saludo
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