Suenan, retumban mis pasos
lentos, pero no sombríos,
en este vacío artificial que vino
a reemplazar las abundancias artificiales,
que dejé cuando salí en la búsqueda frenética
de la utopía irrenunciable.
Mañana, o mañana pasado,
se llenará por un instante
del eco infantil de las risas,
cachorras siempre,
del único título permanente
que ni siquiera me he ganado.
En otro tiempo, serán los latidos,
gemidos, temblores perfectos,
los que empapen este espacio
como tormenta tibia
de los que siempre hemos sido mares.
Y no habrán aplausos
sino caricias, sino mordiscos,
sino el aleteo de mis labios
en otros labios.
Este espacio es del silencio
donde se escuchan mis pasos,
monólogo que se planta ignominioso
ante la belleza que transita,
por el cruce de las habitaciones y los días.
La vida en tránsito se me va,
como mirando pasar los trenes.
1 Comentarios.De ellos me alimento.:
Esos versos finales resultan brillantes.
Un abrazo.
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